En el Pixel Independiente siento especial predilección por lo sugerente y lo que quizás no reluce en un primer vistazo, aquello que un espectador habituado a películas más convencionales no tendría en su punto de mira visionar, al escaparse de su concepción. Por tanto, al igual que todas las obras que se reseñan en esta web, Lamb no es la excepción que rompe la regla.
Lamb, que se alzó con el Premio a la mejor película en la última edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges, es una coproducción nórdica a tres bandas entre Polonia, Suecia e Islandia, que nos relata la vida de una pareja de granjeros, cuando un evento inesperado y totalmente inverosímil acude a sus vidas.
Al margen de estar ante una gran película en todos los sentidos, soy consciente de que el debut de Valdimar Jóhannsson como director, no es ni será para todos los gustos. En primer lugar, una publicidad en cierta medida engañosa, aparentándola como película de terror al uso, cuando no solo no lo es, sino que además logra alejarse completamente de las producciones comerciales, quizás le causara algunas críticas por parte de los espectadores.
Pero Lamb es lo que es, y no debe esconderse en tráilers altamente preparados que podrían dar lugar a confusión al usuario. Se trata de un film calmado, cuyo mayor halago reside en recrear una atmósfera oscura y malsana, y dejarnos un poso de sabiduría al terminar el film. Porque también, estamos frente a una fábula hecha película, con una moraleja potente que transmitirnos sobre la maternidad y la relación del ser humano con la naturaleza.
Se trata de un film calmado, cuyo mayor halago reside en recrear una atmósfera oscura y malsana, y dejarnos un poso de sabiduría al terminar el film. Porque también, estamos frente a una fábula hecha película, con una moraleja potente que transmitirnos sobre la maternidad y la relación del ser humano con la naturaleza.
Uno de mis mayores temores mientras visionaba Lamb era esa incertidumbre sobre cómo culminaría la historia. Mientras cada escena me cautivaba a su forma, esa sensación también me recorría el cuerpo. Y ahora, soy completamente consciente (mientras escribo estas líneas), que sentir tal cosa tenía su por qué en ese enfoque tan arriesgado que posee toda la cinta.
Y es que la magia de Lamb radica en no dar todo masticado al espectador, prefiere sugerir a través de sus silencios prolongados, ausentes de música y palabras. Es la escena la que habla y no los personajes. Por ello, no es de extrañar que la película llegase distribuida por A24, caracterizada por seleccionar sus obras con un marcado componente artístico en sus entrañas y dotadas de una sutileza y elegancia propia. Lamb, sin duda, cumple todo esto, trasladándonos a la pantalla un maravilloso cóctel de cine dramático y fantástico que, en malas manos, perfectamente podría haber corrido el riesgo de caer en lo cómico o absurdo.
En cambio, es una obra que consigue rebasar la barrera de lo fantasioso y, de alguna forma, se convierte en algo real en nuestras cabezas, para deleitarnos con una propuesta que, si bien en contenido puede resultar menos novedosa, en formas sobrepasa lo convencional, estableciéndose como un visionado obligatorio para cualquier amante del cine.